Nadie duda que para empezar a pintar necesitás sacarle punta al lápiz, pero ¿a quién no le sucedió alguna vez enamorarse del lápiz y olvidarse del dibujo?
¿Querés que te cuente un secreto?
Nadie duda que para empezar a pintar necesitás sacarle punta al lápiz, pero ¿a quién no le sucedió alguna vez enamorarse del lápiz y olvidarse del dibujo?
¿Querés que te cuente un secreto?
Hace unos días, durante la primer clase del Módulo Temático de Formas, hablaba con mis alumnas sobre la importancia de los "tiempos libres", tan necesarios entre una sesión y otra de pintura.
Hace muchos años tuve la oportunidad de tomar una mentoría con la genial Wyanne Thompson . En ese entonces solía pintar durante sesiones maratónicas de horas y horas.
Uno de los primeros consejos de Wyanne fue: pintas demasiadas horas, reduce tus sesiones a 30 ó 40 minutos, necesitas tomar distancia de la obra.
Recuerdo muy bien mi desconcierto, y mi respuesta a su propuesta: ¿Cómo que tomar distancia? le dije, ¡yo necesito pintar, trabajar, esforzarme!